Cuando Bruaa me invitó a ilustrar el poema de Claudio Thebas,  me gustó por su simplicidad.
Me pareció tan sencillo que pensé que podría hacer las ilustraciones rapidamente (algo que intento a menudo, pero que nunca consigo).


Mi lentitud no es otra cosa que la necesidad de mi cerebro a formatearse cada vez que se enfrenta a un proyecto nuevo. De manera que se olvida de todo lo que ha hecho hasta entonces y necesita bastante tiempo para ser reparado y conseguir que produzca de nuevo.

Lo primero que hice esta vez para reiniciar mi cabeza fue, mudarme a Lisboa (gracias a la generosidad del Centro Portugués de Serigrafía, quién nos dió cobijo). Llegamos el 5 de Enero de 2014.

Lo segundo que hice fue leer el poema muchas veces y entender que no era en absoluto un texto sencillo, pues no me daba casi pistas, y además no tenía una trama narrativa clara. 


Asi qué pasé una gran parte de mi vida lisboeta, pegada a una silla.

Lo tercero que hice fué encontrar a Miguel, uno de los dos editores de Bruaá. Quién reveló ser un caballero de otro tiempo. Me regaló el cd de Cántigas do Maio de Jose Afonso y una confianza ciega que me dejo de piedra.

La mitad del tiempo lo dediqué a descifrar qué me decía el texto de Claudio y la otra mitad a entender que quería contar yo.
Buscar la idea, la coherencia con el texto, el estilo, el contenido, la técnica, la secuencia de páginas, la intención, los personajes, los tamaños, las composición, la relación con el texto, la ubicación del texto… es un laborioso rompecabezas.

 En esos momentos, me siento como una torpe Buster Keaton montando una tienda de campaña de las viejas. Levanto un palito y se me cae el otro;  cuando tengo tres arriba, no alcanzo los clavos y se me vuelven a caer; cuando ya solo me falta el cuarto, viene un oso y tengo que salir corriendo.

Mi proceso es bastante caótico, me guío mucho por la intuición, si me canso de documentarme, me pongo a dibujar, o a escribir, y cuando se me acaban las ideas, vuelvo a cambiar de tarea, un truco que me enseñó Linda Wolfsgruber al ver cúanto me bloqueaba.


Para este proyecto me apetecía explorar la relación entre lugares y personas, arquitectura y sentimientos, mapas mentales, lugares en el cuerpo, en la mente, en la calle, la memoria que viven en los lugares y los lugares que viven en la memoria.
Me adentré en la arquitectura y la cartografía, coleccioné casas, tejados, chimeneas, azulejos, tiendas, muros, ventanas, plazas, mercados y rutas.
Estaba dispuesta a hacer dos cosas que no sabía hacer, dibujar edificios y pintar con rotuladores. 


Al mismo tiempo necesitaba inventarme una historia para que me llevara por las páginas.
Y entonces me reencontré con un descubrimiento que hice de pequeña, darme cuenta de que algo existe cuando ese algo ya no está.
Es decir, que gracias a pasar tiempo sola, me daba cuenta de cosas que no percibía cuando estaba acompañada. Una de esas cosas era, el placer y la necesidad de tener amigos.



Aunque me daba un poco de miedo, decidí alejarme del texto e ilustrar aquello que yo sentía sobre la amistad. Dejaría que las imágenes contrastaran con el texto pero que hablaran de la misma cosa.

Planifiqué la historia para que el protagonista apareciera en todos los escenarios solo.
De los amigos, solo quedarían los lugares de encuentro.
Sustituyendo a los niños por los lugares se crearía una tensión y contraste que se resolvería con un emocionante final.
Asi el lector estaría invitado a encontrar ese lugar donde Claudio dice que habitan los amigos.
Continué bocetando y concretando  imágenes...

http://issuu.com/violetalopiz/docs/amigos_do_peito
sketch book amigos do peito



... y la fase de búsqueda terminó cuando encontré esta imágen.

Tras el aprendizaje y la exploración, queda la elección de un camino, que en mi caso se muestra como una señal.Y la señal es la sorpresa de hacer una ilustración que me gusta mucho, y que me sigue gustando después de varios días. Una vez encontrada, me sirve de guía el resto del trabajo.

La última parte fué planificar las hojas del libro, la composición y los elementos de cada página.



Hice el storyboard del tamaño de una caja de cerillas y se lo enseñé a Bruaa. Me dieron el visto bueno y poco a poco se fueron rellenando las hojas. Mandé las ilustraciones terminadas el 4 de Julio del 2014.

La música que me acompañó en este libro fué, Cantigas Maio de Jose Afonso;
la banda sonora, el viento enloquecido de la rua dos Industriais y la alarma para el cambio de guardia de los "bombeiros";
el olor, las calles mojadas de Lisboa y la tinta de grabado en el estudio del maestro Marçal;
el sabor, membrillo, requesón y cocido portugués;
un libro, “Maps of the imagination" de Peter Turchi.